INCLUSIÓN: la lucha de las mujeres con discapacidad en México

“No somos rentables para el gobierno, no somos una buena inversión, por eso no nos hacen caso”, expresa Palmira Bothi, una mujer trans con discapacidad que, a sus 56 años, continúa su búsqueda de un empleo digno en una sociedad que parece ignorar sus necesidades.

La situación de Palmira representa un eco de las múltiples realidades que afectan a 4.7 millones de mujeres con discapacidad en México. Este grupo representa el 53.5% de las 8.8 millones de personas con discapacidad de cinco años o más, según la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2023 del INEGI.

En el contexto del Día Nacional de las Mujeres con Discapacidad, a celebrarse el 12 de septiembre, se llevó a cabo una conversación con Palmira Bothi y Atziri Moeller, directora del Foro Punto Cultural en Cuernavaca, Morelos. A través de sus relatos, se identificaron 12 retos urgentes que enfrenta México con respecto a las mujeres con discapacidad.

Ambas narran la doble discriminación que enfrentan: no solo luchan contra barreras físicas, sino también contra el desdén y la falta de atención de una sociedad que aún les niega un reconocimiento pleno como ciudadanas.

1. Empleo digno y accesible

Atziri Moeller adquirió su discapacidad física en 2019 tras sobrevivir a un intento de feminicidio. Tras este evento, decidió crear espacios culturales accesibles. “Tuve que construir los espacios para mí misma, y eso terminó beneficiando a otras personas con discapacidad que visitan el foro”, comenta.

Su mayor desafío sigue siendo satisfacer las necesidades básicas de su familia como una madre autónoma.

Atziri Moeller

Palmira Bothi enfrenta aún más barreras laborales: “Nunca me dicen si es porque soy mujer trans, porque uso silla de ruedas o por mi edad, pero siempre me cierran la puerta”, comparte al reflexionar sobre la discriminación que ha vivido.

Foto: Palmira Bothi

 

2. Inclusión laboral real, no simulada

Palmira afirma que muchas empresas participan en ferias de empleo solo para “tomarse la foto”, sin un compromiso genuino. A menudo, incluso programas de capacitación excluyen a personas mayores de 50 años. “Eso es violencia sistemática”, señala.

Los datos evidencian su denuncia: solo tres de cada diez mujeres con discapacidad participan en la economía, en contraste con casi siete de cada diez personas sin discapacidad, según informes del INEGI.

Esta brecha indica que la inclusión laboral muchas veces queda en el discurso: empresas que promocionan programas sin oportunidades reales, ferias de empleo que se convierten en meros espectáculos y capacitaciones que, con límites de edad, perpetúan las mismas exclusiones que dicen combatir.

3. Brecha de participación económica

Las cifras representan la desigualdad: en 2023, la tasa de participación económica de los hombres con discapacidad fue del 51.5%, mientras que para las mujeres apenas llegó al 31.3%.

4. Educación accesible

Atziri resalta que muchas universidades privadas aún carecen de rampas, señalización o materiales adaptados. Según el INEGI, el 14.9% de las personas con discapacidad de 15 años o más no poseen escolaridad, frente a solo el 3.2% de la población sin discapacidad. En el caso de las mujeres, el nivel educativo más común es la primaria incompleta (20.3%).

5. Movilidad segura

La infraestructura pública representa un obstáculo constante. Atziri recuerda: “Hay baños adaptados que no son realmente accesibles; he llegado a caerme”.

Palmira comparte una experiencia similar: al solicitar una línea telefónica, fue atendida en la calle porque las oficinas eran inaccesibles. “En otros lugares me cargan entre varias personas para entrar. Eso no es inclusión”, enfatiza.

6. Salud y costos de vivir con discapacidad

Los equipos de apoyo son extremadamente costosos. “Mi silla de ruedas costó 28 mil pesos, mis aparatos ortopédicos 20 mil. Si fueran de fibra de vidrio serían 40 mil. Es imposible cubrir eso con los apoyos actuales”, señala Atziri.

Gastos adicionales en salud: alrededor del 44.6% de las personas con discapacidad en México realiza gastos extraordinarios en salud como medicamentos, terapias y aparatos, de acuerdo con la Cuenta Satélite del Sector Salud 2023 (INEGI).

Los hogares dedican el 19.3% de su gasto en salud a bienes y servicios de apoyo como sillas de ruedas, prótesis y aparatos ortopédicos (INEGI, 2023).

Las familias con una persona con discapacidad destinan hasta un 30% más de su ingreso mensual a gastos médicos y de apoyo, en comparación con hogares sin personas con discapacidad (ENADID 2023).

7. Apoyos sociales insuficientes

El apoyo federal de 3,200 pesos bimestrales resulta escaso en comparación con los costos de vida con una discapacidad. Atziri lo ilustra de manera contundente: “Un paquete de 12 bolsas de colostomía cuesta 1,300 pesos. ¿Cómo vive alguien con 1,400 pesos al mes?”.

Aproximadamente la mitad de las mujeres con discapacidad (49.7%) no accede a programas sociales, lo que supone una desventaja de diez puntos en comparación con los hombres, de acuerdo con ENADIS 2022.

8. Violencia de género

La violencia está presente en sus vidas. Según la ENDIREH 2021, el 70% de las mujeres con discapacidad ha sido víctima de algún tipo de violencia, siendo la violencia de género sufrida por el 80.9%, en comparación con el 74.2% de las mujeres sin discapacidad.

Atziri señala: “Incluso la familia puede violentarte: ‘Te saliste y te pasó esto, ahora te aguantas’”.

9. Violencia médica y económica

Muchas enfrentan negligencias en hospitales, escasez de medicamentos y costos elevados en su atención. Esta carga económica, junto con la falta de apoyos, refuerza una violencia estructural que limita su autonomía.

Por adicional, en México, cuatro de cada diez mujeres con discapacidad han sido esterilizadas según cifras oficiales. Organizaciones como el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) y Disability Rights International (DRI) alertan sobre un posible subregistro de estas prácticas, reflejando la falta de datos sobre la situación de las mujeres con discapacidad en el país.

10. Invisibilidad en los movimientos sociales

Palmira comparte que incluso en foros dedicados a discapacidad o a la comunidad LGBT+ no siempre resulta bienvenida: “Hay celos y egos que fragmentan los movimientos. Me invitan a foros inclusivos… pero son totalmente inaccesibles”.

11. Ignorancia en la interseccionalidad

No todas las discapacidades son iguales. Atziri enfatiza: “Las personas con parálisis cerebral claman por una oportunidad laboral que les es constantemente negada”.

Palmira destaca que las mujeres trans con discapacidad física son prácticamente invisibles en los espacios de representación, al igual que las personas sordas que enfrentan barreras de comunicación.

12. Falta de políticas públicas focalizadas

Atziri propone: “El gobierno debe censar las necesidades básicas reales y focalizar el apoyo. No se trata de asistencialismo, sino de crear empleos accesibles y políticas que garanticen educación, salud y dignidad”.

A pesar de estas adversidades, las voces de las mujeres con discapacidad resuenan con fuerza. Atziri transmite un mensaje de resiliencia: “No se rindan nunca. Levanten la voz: siempre habrá alguien que las escuche. Las batallas de hoy pavimentan el camino para las futuras generaciones”.

Palmira hace un llamado a la acción: “Las palabras se las lleva el viento; palabras sin acción son palabras muertas. Para lograr un cambio, debemos actuar”.

Ellas no piden caridad, exigen justicia. Su lucha es un recordatorio de que la verdadera inclusión no es solo un discurso ni una imagen, sino un compromiso estructural que transforme un país que aún les debe dignidad y derechos plenos.